Consiste en que la persona tome conciencia de su propia responsabilidad en la resolución del problema o de aquello que le preocupa. Posteriormente, se la acompaña en el proceso de detección de los pensamientos distorsionadores o poco saludables, para poder analizarlos y cambiarlos por otros más acertados. De esta forma, las emociones como la ansiedad, la depresión, la ira o la culpa se transforman por otras más equilibradas, consiguiendo que la persona actúe de forma diferente obteniendo mejores resultados.
Está indicada en todas las edades, niños, adolescentes, adultos y parejas y en gran variedad de problemas. No se limita a mejorar los síntomas sino que tiene como objetivo que se realicen cambios a nivel profundo y permanentes, que se reflejan en una mejor calidad de vida.